jueves, 8 de mayo de 2025

La magia de los números primos

Cumplir un número primo de años se me da fatal, aunque cada vez menos.

Los diecinueve los celebré en completo silencio. Tenía clase mañana y tarde, prácticas después, entrené en el dojo, hablé con mis padres que estaban de viaje y me fui a dormir.

Los veintitrés los empecé en una habitación hecha en la oficina de una nave industrial, rodeado de gente que dejó de respetarme cuando dejé de poder hacer lo que querían de mí. 

Los veintinueve comenzaron con tanta rabia que arranqué una página del diario después de escribirla.  Dos días después estaba rodeado de gente increíble bailando música iraní y viendo Eurovisión cuando el WiFi del edificio nos dejaba. Mis dos libros de ese día fueron de Euclides y David Goggins.

Los treinta y uno... me emocionan de muchas maneras distintas. 

Estoy reventado de entrenar, la tesis me está consumiendo a cambio de las mejores páginas que he escrito y la tarta está enfriándose en la nevera. Gracioso, porque va directa a la sartén nada más me levante.

Los treinta y uno vienen con el mazazo de realidad de que la mayor parte de la gente que tengo a mi alrededor podrían ser mis sobrinos, pero aún soy estudiante. Los veo pasarlo genial (y fatal), crecer y encontrar su sitio en el mundo. Y cómo ganan confianza y seguridad conforme el semestre avanza y el tiempo va mejorando.

Y cómo se van. 

A lo largo de los años, calculo que he tenido... alrededor de mil doscientos estudiantes a mi cargo como monitor. Algunos se han convertido en grandes amigos, otros me pidieron salir el día antes de irse... y no recuerdo el nombre ni la cara de casi ninguno. Y no sólo eso, ya no puedo recordar nombres y caras como lo hacía antes, porque el espacio de esos nombres y caras sigue ocupado

Siendo que casi todo lo que hacemos en la vida en estos tiempos es digital, eso me hace preguntarme qué estoy haciendo con la mía. Qué significa y qué aporta todo esto que tecleo con la ventana abierta en ocasiones destacadas (sí, el post del dos de enero también tenía la ventana abierta).

Cada vez que se acerca mi cumpleaños me pregunto si lo que escribo aquí me quita más a vuestros ojos que lo que os da. Si habrá quien me vea, quiera acercárseme, lea estas cosas y se lo calle. Si me iría mejor con las damas a fuerza de selfies y buenas vibras.

(Que nadie se equivoque, estoy convencido de lo que hago y de por qué lo hago. Los que tenéis que saberlo ya lo sabéis).

Llevo ocho años viviendo en la otra punta de Europa. Ocho años y sigo sin llamar "hogar" a este sitio. Ocho años levantándome cada vez que me he caído y haciéndolo como un hombre mejor. Ocho años conociendo a gente, con la espada de Damocles pendiendo sobre mi vida social, sabiendo a cada instante que todos ellos se irán con la brisa del verano. Y volverá a empezar. Y volveré a empezar.

En mis años de máster, eso fue fantástico. Pero han pasado seis años y no he dejado de crecer en todos los aspectos. No he dejado de hacerme más fuerte. Pero nunca ha dejado de pesarme. Quiero pensar que a la tristeza se le llamaba "pesar" porque se siente como si llevaras muchísimo peso a la espalda.

También ocho años sin celebrar el día de mi cumpleaños con mi madre. A veces ha habido amigos, siempre se acuerdan de llamar, pero abrazar el teléfono no es lo mismo. Por adorable que parezca visto desde fuera. 

De alguna manera creo que todo esto me está frenando muchísimo, en todos los aspectos de mi vida. 

No es nada nuevo que echar la adolescencia estudiando, persiguiendo una aprobación condicionada a sacar dieces, en lugar de socializar y aprender a relacionarme, me está pasando factura. Pero quiero descansar, quiero estar tranquilo rodeado de gente a la que quiero, mi familia, mis mejores amigos, una pareja que me aporte algo. Una vida social que... no me sale arrancar aquí arriba.  

El resultado de todo esto es que no creo que casi nadie que lea esto haya visto mi mejor versión. El Cavill tranquilo, alegre, el Cavill que no sabe dónde va pero sí que va a llegar, el que suelta más barras que el panadero de la cárcel, con un CI mayor de 150 y el único objetivo de usarlos para que todos alrededor estén bien y se rían. El Cavill que un GG más joven creó para inspirarlo cuando dudara de sí mismo. Y me duele un poco en el orgullo que no hayáis podido conocerlo, porque se siente increíble y es un cañón de tío. Ojalá fuera mi tipo, me lo iba a pasar increíble.

"Cavill, ¿no estarás romantizando tu nostálgica soledad?"

Al revés, la estoy reconociendo. Mirar para adelante es esencial, pero saber dónde tienes los pies también lo es. Cómo duele un tropiezo cuando no sabes dónde estás, ¿verdad?

No sé lo que quiero de los 31. Excepto a los míos.

Bueno, y ponerme DOCTOR en el pasaporte, pero eso es a) inevitable y b) la razón por la que vine hasta aquí.

¿Sabéis? Cuando diseñé el plan de mi tesis, sabía que esto pasaría. Durante todo el proceso fui consciente (y lo sigo siendo) de que iba a sentirme solo. Y a dudar de mí mismo y de todo lo que hay a mi alrededor. Y no es la señal de una crisis existencial, es la señal de que necesito un descanso, desahogarme fuerte y prepararme para lo que viene. 

"This is what you asked for; heavy is the Crown."

Hasta entonces, recuerda que nunca me sobra un piropo, si te digo que te quiero te conviene creértelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

The magic of prime numbers

I am not very good at turning a prime number of years, but slowly getting better. I started my nineteen in complete silence. I had class in ...